Pastrana

La Villa Ducal de Pastrana es uno de los pueblos destacados que podemos visitar en la Alcarria Baja y sin duda uno de esos pueblos bonitos cerca de Madrid. Esta localidad, importante en el Siglo de Oro, mantiene hoy su trazado medieval, y sobre todo, la riqueza artística que atesoró en aquel periodo de la historia. Por su cercanía con la capital es una escapada perfecta para pasar el día. Pero sin duda, animarse a hacer noche en la zona permite visitar otros pueblos de esta parte de Guadalajara tales como Almonacid de Zorita, Zorita de los Canes o el yacimiento arqueológico de Recópolis, la única ciudad visigoda que se conserva en Europa.

Pastrana y la Princesa de Éboli

Si hay un personaje ligado de forma especial a Pastrana, es sin duda Ana de Mendoza y de la Cerda, más conocida como la Princesa de Éboli. Vino al mundo en 1540, en Cifuentes, un pueblo a 60 kilómetros de Pastrana. Hija de una de las familias castellanas más importantes de la época,  siendo aún una niña fue prometida en matrimonio a un hombre 24 años mayor que ella, Ruy Gómez de Silva. Fue el esposo de Ana de Mendoza hombre de confianza de Felipe II. El rey le otorgó numerosos títulos, entre ellos el de Príncipe de Éboli y primer Duque de Pastrana.

El matrimonio influyó en el engrandecimiento y embellecimiento de Pastrana. Levantaron nuevos barrios incluido uno llamado el Albaicín en el que se asentaron las familias llegadas de Granada para trabajar la seda. Invitaron a Santa Teresa de Jesús a fundar en Pastrana conventos carmelitas, tanto de monjas como de frailes. Tuvieron 10 hijos, de los cuales solamente sobrevivieron 6.

Cuando su marido falleció en 1573, la Princesa de Éboli decidió ingresar en el Convento Carmelita de San José, fundado por Santa Teresa. Pero hubo discrepancias entre ambas mujeres debido al deseo de la princesa de conservar su vida y comodidades palaciegas en el convento, algo a lo que Santa Teresa se opuso rotundamente. Cómo la princesa no estaba dispuesta a doblegarse, Santa Teresa y todas las monjas abandonaron el convento. Al verse sola la Princesa de Éboli abandonó esa vida conventual que no estaba hecha para ella y regresó a la corte en Madrid.

Tuvo una relación muy estrecha con el que sería el rey Felipe II (tanto que se especulaba sobre si la Princesa de Éboli sería su amante). Lo fuera o no, el caso es que años más tarde el propio rey la acusó de conspiración, la privó de la tutela de sus hijos, de la administración de sus bienes y la encerró primero en el Torreón de Pinto, más tarde en la fortaleza de Santorcaz, y por último, en 1581, en el Palacio Ducal de Pastrana, lugar al que había estado ligada su vida y en el que 11 años más tarde, murió.


Otros personajes ligados a Pastrana

No hay duda de que la Princesa de Éboli es el más famoso de entre todos los personajes que vivieron o pasaron por Pastrana junto a Santa Teresa de Jesús. Pero hubo otros que merece la pena mencionar. Por ejemplo a San Juan de la Cruz, que llegó a Pastrana a la llamada de Santa Teresa para ser maestro de novicios en el Convento de San Pedro.

Dejando atrás a nobles y santos, hay que mencionar a dos escritores ligados también a Pastrana. El primero de ellos es Leandro Fernández de Moratín. Su abuela era Pastrana, y a la muerte heredó bienes en la localidad. Se construyó una casa con jardín y en ella pasaba temporadas escribiendo algunas de sus obras más famosos, cómo  “El sí de las niñas”.

El otro literato al que se rinde recuerdo en Pastrana es a Camilo José Cela, el premio Nobel autor de “Viaje a la Alcarria”. En la Plaza de la Hora una placa recuerda su paso por la villa en junio de 1946.


Ahora que ya sabemos un poquito de la historia de Pastrana vamos a conocerla. Es una villa pequeña, se puede recorrer perfectamente a pie y aunque hay algunas cuestas, la verdad es que no resulta duro subirlas.

Lo primero que merece la pena hacer es acercarse a la Oficina de Turismo, en el Palacio Ducal. Allí os ayudarán con cualquier duda que podáis tener y os informarán de horarios actualizados y precios para algunas de las visitas.


Plaza de la Hora

Es la gran plaza de Pastrana, marco perfecto por sus dimensiones para el Palacio Ducal, aquel en el que estuvo encerrada la Princesa de Éboli. Cuentan que el nombre de esta plaza se debe precisamente a ella y a esa única hora que cada día podía asomarse y ver la plaza desde la reja de la torre del palacio.

En su momento, esta plaza fue utilizada para diferentes eventos. Desde lugar en el que recibir a príncipes o nobles a espacio en el que hacer paradas militares. Hoy es un lugar de ocio con árboles, bancos e incluso un kiosko con mesas perfectas para tomar el aperitivo con vistas al imponente palacio de la villa.

No hay que olvidar asomarse al mirador que cierra la plaza y que ofrece amplias vistas de Pastrana y las tierras de la Alcarria.


Palacio Ducal de Pastrana

A Ana de la Cerda y Castro, abuela de la Princesa de Éboli, primera señora de la Villa de Pastrana,  se debe la construcción del Palacio Ducal (obra de Alonso de Covarrubias) y del antiguo Convento de San Francisco.

Este palacio de estilo renacentista tiene una sobria fachada. Algunas ventanas decoradas con sencillas molduras y la portada con la leyenda “De Mendoza y de la Cerda” son los únicos elementos en el muro de piedra. Dentro del palacio, un patio en torno al que giran antiguas estancias y que fue restaurado a finales del siglo XX.

La Princesa de Éboli, primero señora y más tarde prisionera del palacio, está ligada para siempre a este palacio decorado con azulejos de estilo mudéjar y con bellos artesonados platerescos. La habitación en la que permaneció encerrada durante once años junto a su hija menor, Ana de Silva, su compañera cuando falleció un mes de febrero de 1592.


Colegiata de Pastrana

Subiendo por la Calle Mayor, llena de tiendas y restaurantes, se llega a la Plaza del Ayuntamiento. En ella, como su nombre indica, se encuentra la Casa Consistorial de Pastrana y la Colegiata. Esta última es sin duda uno de los lugares que ver en Pastrana, tanto por el propio edificio como por su museo.

La construcción de la Colegiata de Pastrana comenzó en el siglo XIV, pero con el paso de tiempo se fueron añadiendo naves, el crucero o la portada de estilo gótico. Su interior, de tres naves, está decorado con infinidad de cuadros e imágenes de santos. Destacan el retablo mayor con cuadros que representan a distintas santas (no las recuerdo a todas, pero si hacéis la visita guiada os explicarán cada detalle) y el órgano sobre la nave central.


Museo Parroquial

Esta es una de esas visitas obligadas en Pastrana. Puede que muchos imaginéis uno de esos museos llenos de reliquias, crucifijos y otros objetos litúrgicos. Y estáis en lo cierto, pues una parte del museo está dedicada a ellos. Sin embargo, este museo es mucho más. En él se muestra una de las colecciones de tapices gótico-flamencos del siglo XV más importantes del mundo.

El Museo Parroquial de Pastrana fue rehabilitado precisamente para exponer y conservar debidamente esta fabulosa colección. Entre los años 2008 y 2010 los tapices fueron restaurados en la ciudad belga de Malinas. Hoy esta colección de seis tapices cuelga en las paredes del museo tras haber recuperado en lo posible su antiguo aspecto. Su estado hasta entonces no era demasiado bueno debido a que los tapices fueron expuestos en las calles de Pastrana durante muchos años para embellecer la villa con motivo de la procesión del Corpus Christi.

En cuanto a la colección, compuesta por dos series diferentes, son casi una fotografía de la época. En ellos se describen hechos históricos ( la conquista de Arcila y Tánger por las tropas de Alfonso V de Portugal y la toma de Alcázar Seguer) que sucedieron pocos años antes de la realización de los tapices por lo que los detalles se ajustan a la realidad y al estilo de la época. Solamente hay que ir a avanzando frente a estos grandes tapices (miden 11 metros de largo) para ir viendo el avance de tropas o el abandono de su ciudad por parte de los musulmanes).


Cripta

El último lugar que se conoce durante esta visita guiada es la cripta. Para acceder a ella se baja por una escalera que desemboca en una sala con una temperatura varios grados por debajo de la que hace en la colegiata. Es en esta cripta donde está enterrada, junto al Marqués de Santillana y los Duques del Infantado, la Princesa de Éboli.


Fuente de los Cuatro Caños

Al salir de la Colegiata de Pastrana se puede continuar la visita caminando por la calle que hay justo enfrente, la Calle Fray Lorenzo Pérez. Al final de la misma, en la pequeña plaza que forma un cruce de calles, está la fuente de los Cuatro Caños. Se trata de una fuente de piedra del siglo XVI en la que cada uno de los caños sale de la boca de una cara, cada una de ellas diferente al resto.


Calle Palma

Podría ser esta calle una más de Pastrana. Pero merece la pena pasar por ella ya que la mayoría de las casas fueron levantadas en el siglos XVII y pudieron pertenecer a labriegos, funcionarios o hidalgos. En esta calle se puede ver una vivienda en la que se supone pudo haber una sinagoga. El grabado de estuco en su fachada con la estrella de David podría ser prueba de ello.

A pocos metros se puede ver la fachada de una casona que es ejemplo de arquitectura popular. De ella se conserva su portada y el escudo de la Orden de la Calatrava, lo que indica que este lugar debió pertenecer a algún caballero de la orden. De ahí el nombre: Casa del Caballero Calatravo.


Muralla de Pastrana

No queda mucho de la antigua muralla rodeaba la Villa Ducal de Pastrana. Una de sus puertas, el Arco de San Francisco, se conserva uno metros más arriba de la anterior calle. La muralla se comenzó a levantar en el siglo XIV cuando la Orden de Calatrava consiguió para Pastrana el título de Villa.


Plaza del Deán

Tras abandonar el antiguo recinto amurallado de Pastrana nos encontraremos frente a la Plaza del Dean. En ella se puede ver el antiguo Convento de San Francisco, hoy ocupado por dependencias oficiales y un restaurante. También en esta plaza está la Casa del Dean. Se construyó en el siglo XVII y allí estaban el Hospital de San Miguel y la residencia del deán de la Colegiata. Actualmente es un centro de salud. Si encontráis la puerta abierta no dejéis de pasar para ver su bonito patio.


Convento del Carmen

A las afueras de Pastrana se encuentra este antiguo convento fundado por Santa Teresa de Jesús. Se puede llegar caminando en unos 20 minutos. Aunque sin duda es mucho más cómodo hacerlo en coche. Allí hay un gran aparcamiento por lo que no hay problema para estacionar.

Fue en este convento donde San Juan de la Cruz fue maestro de novicios. La iglesia del convento se encuentra frente al acceso al recinto rodeado de jardines. Actualmente el convento aloja en su claustro e iglesia dos museos: el Museo Teresiano, en el que se muestran recuerdos del paso de la Santa por la villa de Pastrana, y el Museo Natural. En este último, instalado en el claustro superior, se puede ver la amplia colección de fauna filipina formada por reptiles, aves, moluscos y mamíferos que los franciscanos trajeron tras la guerra de Filipinas.